El aislamiento reflexivo es un aislante fabricado por capas de diversos materiales que consigue un mayor aislamiento con un menor grosor de material. Además de por su reducido espesor, se caracteriza por su ligereza y flexibilidad, su precio económico y por ser sencillo de instalar. En este post vamos a adentrarnos en qué es el aislamiento reflexivo y cómo instalarlo.
Aislamiento reflexivo: qué es
Gracias al aislamiento obtenemos un ambiente confortable en el interior de un edificio, vivienda u oficina, puesto que actúa como una barrera térmica para la temperatura de nuestro entorno.
En el caso concreto del aislamiento reflexivo hablamos de un material excelente para obtener el mejor aislamiento, debido a su composición multicapas en forma de láminas finas que pueden ser de aluminio, poliéster aluminizado, foam, espuma, guata o polietileno reforzado.
Ello obliga a que el calor tenga que cambiar su medio de transmisión en varias ocasiones para cruzar todo el material, lo que deriva en que este proceso sea más lento.
O lo que es lo mismo, en invierno será más difícil que salga el calor de nuestra instalación, mientras que en verano resultará más complicado que entre en nuestro hogar, local u oficina.
Los beneficios del aislamiento reflexivo son numerosos:
- Instalación sencilla debido a la ligereza del material.
- Está compuesto de materiales que no son perjudiciales.
- Garantiza el mejor aislamiento en verano y en invierno.
- Alta durabilidad, ya que es muy resistente tanto a la presión como a la humedad. Tampoco atrae a roedores o insectos.
- Permite inhibir hasta un 97% del calor proveniente de la radiación, uno de los focos de calentamiento y pérdida de calor más importante en un hogar.
- Actúa como aislamiento térmico y acústico a la vez.
- Su grosor es tan pequeño que apenas tiene incidencia en el volumen y la superficie habitable de la vivienda u oficina.
- Se adapta a cualquier soporte.
- Posibilita un importante ahorro energético y, con ello, también en la factura de la luz del consumidor.
- Para terminar, y no menos importante, ese ahorro energético permite reducir el efecto invernadero.
Instalación del aislamiento reflexivo
El modo de instalar el aislamiento reflexivo depende tanto de la superficie en la que se vaya a instalar, como del grado de aislamiento requerido por la misma y del espacio disponible.
En primer lugar, la superficie en la que se vaya a montar el aislante reflexivo tiene que estar en buenas condiciones, limpia y seca. Si hay moho, debe ser limpiarla previamente con lejía u otro desinfectante.
La instalación del aislante suele ser entre dos cámaras de aire. En el caso de que esté bajo teja y ventilada, tiene que guardar como mínimo 40mm, y en el resto de los casos 20mm, entre la cara inferior de apoyo de la cubierta y el aislante para cumplir la normativa vigente.
Se pueden crear las cámaras de aire con perfiles, rastreles o listones y colocarlos de forma previa a la instalación del aislante reflexivo.
Las grapas deben tener una distancia máxima entre ellas de 50 mm. Además, se recomienda el uso de grapas galvanizadas o inoxidables de un tamaño mínimo de 14 mm.
En el momento de hacer una junta, los tramos tienen que solaparse entre 50 mm y un metro y graparse cada 50 mm sobre una superficie de madera.
Del mismo modo, es importante recubrir estas juntas con cinta adhesiva y sellar con un rastrel para obtener una mejor impermeabilización.
Los aislantes reflexivos son no inflamables. Además, a diferencia de otros aislantes, no producen irritaciones o alergias en la piel, siendo su instalación completamente segura. También son reciclables y ecológicos en su elaboración.
